lunes, 21 de septiembre de 2015

ARTICULISTA INVITADO. RODOLFO HERRERA


Vivir en el Golfo
LOS SEXENIOS DE LA AUSTERIDAD
Tras el anuncio presidencial que por motivos de austeridad se suspendía la cena de gala la noche del 15 de septiembre en Palacio Nacional, el recorte al gasto público volvió a convertirse en un tema de moda.
    Mire usted, tal parece que sexenio tras sexenio ha sido recurrente el tema de la austeridad ¿Y qué le parece si echamos un breve vistazo al comportamiento de los últimos 8 presidentes de la república y sus planes de austeridad?
     En 1970, el gobierno de Luis Echeverría Álvarez se propuso hacer del Estado el motor del crecimiento, invirtiendo y subsidiando todo con severas medidas inflacionarias como pedir dinero prestado al extranjero e imprimir dinero, lo que nos llevó a la primera de todas las devaluaciones que hemos padecido. Echeverría rompió con una estabilidad de 22 años con el tipo de cambio a 12.50 y para final de su sexenio cuadriplicó la deuda externa en 20 mil millones de dólares.
     En 1978, ya con José López Portillo en la presidencia, los precios internacionales del petróleo subieron y el mandatario nos llamó a “prepararse para la administración de la abundancia”, durante los dos años siguientes la economía nacional alcanzó el mayor crecimiento de su historia, más de 8% anual, el petróleo se había convertido en la principal fuente de ingresos del gobierno, se descubrieron nuevos yacimientos, nos autocalificábamos como “país en vías de desarrollo” y parecía que México estaba llamado a ser una potencia económica mundial, hasta que en 1981 el espejismo se derrumbó junto con los precios del petróleo y con ello nuestras expectativas de vida y esperanza de crecimiento, López Portillo nacionalizó la banca en un movimiento desesperado, pero sus llamados a la austeridad ya no tuvieron ninguna recuperación económica y dejó la presidencia dejando el país en bancarrota.
     Para 1982, Miguel de la Madrid Hurtado intentó recuperar terreno en la economía, primero arreció un fuerte combate a la corrupción, metiendo a la cárcel a varios funcionarios como el director de Pemex Jorge Díaz Serrano por fraude, creó el PIRE, Programa Inmediato para la Recuperación Económica para bajar la inflación, disminuir el gasto público y corregir el déficit fiscal, impulsó al “Plan de Renovación Moral”, pese a la fuerte lucha contra la corrupción, el descontento social creció y De la Madrid no pudo enderezar el barco.
     Con Carlos Salinas de Gortari, ya los tecnócratas en pleno ejercicio del poder, se cambió de rumbo, se dio marcha a  la austeridad en el gasto público, con recortes en los programas y los subsidios, se pusieron en venta algunas de las paraestatales como Telmex, pero se arrastró un descontento social por la sombra del fraude electoral de 1987 que dio paso al crecimiento de una fuerte oposición política, los magnicidios de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, el surgimiento de la guerrilla en Chiapas con el EZLN y la salida de Manuel Camacho Solís de la élite presidencial, así como los llamados “errores de diciembre del 94” terminaron por derrumbar al México del primer mundo.
     Ernesto Zedillo Ponce de León ocupó una presidencia más reservada, se renegoció tres veces la deuda externa, se hizo un recorte al gasto público y realizó el primer blindaje del peso para evitar futuras devaluaciones. Hasta ese momento el gobierno mexicano seguía hablando de austeridad.
     El nuevo siglo inició con el panista Vicente Fox Quezada en la presidencia, entre excentricidades, frivolidades y excesos, como esa de comprar sábanas y toallas de 3 mil pesos para la alcoba presidencial, obligó al congreso a negarle un viaje a Australia para ir a visitar a su hija como visita de estado, el plan de austeridad foxista cayó en la incongruencia, pues heredó a las siguientes administraciones una clase política que se enriquece y que aún subsiste en todo el país.
     El 3 de diciembre de 2006, al iniciar su presidencia el panista Felipe Calderón Hinojosa firmó el “Decreto de Austeridad” que lo obligaba a reducirse el 10% de su salario junto con todo su gabinete y el de altos funcionarios, reduciendo además gastos de viáticos, de representación, gasolinas y teléfonos celulares, el golpe mediático les dio a los mexicanos mayor confianza, sin embargo al paso de los años los mexicanos vieron como los funcionarios se enriquecieron al amparo del poder sin ser sujetos a proceso.
     Amable lector, después de este breve paso por la historia de los “programas de austeridad” en el país ¿Cree usted que la credibilidad de los mexicanos se recupere suspendiendo una cena? ¿O anunciando que se podría vender el avión presidencial Boeing 787 Dreamliner cuyo costo de 7 mil millones de dólares?
     Creemos que no y brevemente le explico por qué: toda medida de austeridad definitivamente que es buena, pero si observa en el recorrido que acabamos de hacer nos damos cuenta que el principal problema radica en la severa corrupción que afecta al país.
     De nada sirve suspender una cena o vender un activo como el avión, si no se frena a los funcionarios en sus gastos de gasolina, celulares, oficinas, gastos médicos y todo tipo de privilegios para ellos y sus familias.
     El mal está en la corrupción y el gasto que genera la enorme burocracia, en esos funcionarios que entran con una mano atrás y otra delante y salen ricos de la noche a la mañana en cualquier área de gobierno, en tanto no le amarren las manos a los funcionarios ladrones, de nada servirá ningún plan austero.
LA PRUEBA DE FUEGO
     ¿Quiere saber si un funcionario se ha enriquecido o no? La prueba es muy fácil:
     Fíjese bien, el salario del Presidente de la República es de 210 mil pesos mensuales, los miembros de su gabinete ganan al mes 205 mil pesos, por lo tanto, ningún otro funcionario en la república podría ganar más que ellos ¿Está usted de acuerdo?
    Pero bueno, elija usted al funcionario de su preferencia, del partido que sea y siendo generoso asígnele el salario del presidente, al año ese funcionario que usted eligió debió haber ganado 2 millones 520 mil pesos. O sea, en un sexenio debe haber juntado 15 millones 520 mil pesos, claro, hasta aquí no le estamos descontando ningún gasto.
     Entonces pregúntese usted, cómo un burócrata como el que usted eligió, que no tiene ni herencia ni empresa productiva, puede tener un caserón de más de 10 millones de pesos, dos o tres vehículos de a millón, sirvientes, guaruras, viajes, comidas de restaurante y todo tipo de comodidades. ¿Verdad que no cuadra? Ah bueno, pues por eso es que los mexicanos no creen en ningún plan de austeridad.
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