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jueves, 30 de junio de 2016

ARTICULISTA INVITADO: JORGE ARTURO RODRÍGUEZ



TIERRA DE BABEL



El país de las lágrimas

Entre peras y manzanas; entre melón y sandía; entre melón y me lames… entre tu arte y mi arte, así dicen; entre que sí y que no a Chuchita la bolsearon y mi hermana quedó embarazada. Entre el que sale –¿con mucha lana e impunidad?- y el que entra –¿con ganas de más lana y demás?-, ¿qué nos queda a nosotros los veracruzanos, sobre todo a los de a pata, a los jodidos? ¿Nos quedó “el pinche poder” del voto ciudadano? ¿O acaso sólo fueron ilusiones perdidas, esperanzas marchitas? Que el pueblo se los demande… ¡Ajá! Habrase visto tantas chingaderas, engaños y cinismos…Sí, estamos rete curtidos los mexicanos pa’ eso y más.
         En el siglo XVI, el pintor Caravaggio dijo que “todas las cosas no son más que bagatelas, fruslerías, nimiedades…” Aunque se refería a otra cuestión, en la actualidad parece que así es, sobre todo en estos tiempos de acoso, de exterminio sin más. Y nos vale madre todo, preferimos hacernos de la vista gorda. Sin embargo, no somos pocos los que nos damos cuenta del barranco donde estamos. Claro que hay muchos pillos que se aprovechan de las circunstancias. La situación no es sencilla y todos tenemos culpa. Aunque nos estén enterrando con toneladas de tierra, pongamos un granito de arena para mejorar.
         Porque no se vale que en México cerca de 21 millones de niños y adolescentes de menos de 17 años se encuentren en la pobreza y que el 23 por ciento de las mujeres menores de edad se casen, sobre todo en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, según en un reciente estudio de la Unicef. Sólo por citar dos ejemplos de los muchos problemas que padecemos.
         ¿De qué se trata? Tanta riqueza mal repartida y unos malandrines que les vale madre todo, y los hay en todos los bandos.
         Lo que les comento creo que ya lo saben. No es necesario ir a otros estados pa’ cerciorarse de la grave situación. Sólo dese una vueltecita por cualquier municipio de nuestro lindo Veracruz, y se dará cuenta del aumento de las carencias. ¿De dónde salen tantos indigentes? ¿O ya es negocio? Digo, es pregunta. ¿O mejor nos ponemos a llorar por las desgracias venidas del cielo? Cada quien que se rasque el trasero como pueda…
         En El principito leo: “¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!”

Los días y los temas

A veces hablamos y actuamos con las vísceras, sin razonar; nos ganan la emoción, el arrebato y el enojo, y esperamos cambiar todo de la noche a la mañana, cueste lo que cueste, pero ni el mismo Dios creó el mundo en un instante, fueron siete días y mucho se agotó que al séptimo descansó. Eso cuentan.
         Digo lo anterior porque hace unos días anduve por las calles de Xalapa y me percaté de la recuperación de los espacios públicos. Agradables quedaron, tanto que en una banca me senté a leer un rato, pese a los ruidos de los vehículos que pasaban y las mentadas de madres vía cláxones.
         Lo dije y lo repito: quizás al alcalde Américo Zúñiga Martínez no le dé tiempo de sanear por completo la vialidad de la ciudad, pero está haciendo lo suyo. Es cierto, falta rehabilitar muchas calles y avenidas, no bachear. Ojalá le alcance la lana. En cultura, salud y otros rubros va bien. Se lo reconocemos. Chíngale Américo, queda poco tiempo.
        

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