LOS ANÓNIMOS Y LAS PILTRAFAS
Hace algún tiempo los anónimos eran excepcionales y remitían
al misterio; todavía con ese espíritu tradicional se usan en
los actos de la delincuencia para la extorsión. Cuando se sabía de alguna carta
anónima se desataban las especulaciones. Los anónimos eran cobardes o
chistosos, se ocultaban para amenazar o para enamorar, había quien denunciaba a
alguien o jugaba alguna broma. Supongo que los anónimos han existido siempre y
seguirán circulando al infinito. En los tiempos que corren, del internet y las
redes sociales, se ha abierto un océano de posibilidades para los anónimos, el
que ya actuaba así y los que descubren un panorama inmenso y fácil. Es hasta un
juego crear perfiles sin rostro y ficticios para decir lo que se quiera sin
consecuencia alguna. No todos los anónimos tienen intenciones dolosas, muchos
guardan discreción natural. Son nuestros tiempos, de comunicación
instantánea y masiva.
Las dificultades para hablarnos quedaron muy atrás, basta un
teléfono para vernos y decir lo que queramos. Lamentablemente será lento, muy
gradual, el proceso de alfabetización tecnológica en términos sociales; nuestra
adaptación al buen uso de las redes también será parte de un largo y sinuoso
trayecto. Por mucho tiempo, tal vez para siempre, habrá de todo en las redes
sociales, como reflejo que son de la sociedad. Habrá más comunicación y
conocimientos en el mundo virtual, como seguramente
también amenazas y riesgos. Se requiere buen manejo y contactos
sanos para hacer frente a las partes nocivas que, queramos o no,
estarán presentes en las redes.
En estos días tuve oportunidad de conocer de cerca lo dañino y
fácil que resulta el manejo perverso de los anónimos en las redes sociales.
Alguien sin nombre y rostro coloca una carta difamatoria de una persona, es
retomada por otras y, curiosamente, de ella hace una nota un portal
informativo. Sin omitir el daño que puede resultar de esta acción hay que
asumir que es parte de lo que en las redes aparece y desaparece, lo
que se esfuma en minutos y casi no deja huella. Al respecto hay que mencionar,
como ejemplo, que el sitio "Deforma" es de los más visitados a
nivel nacional siendo una parodia del periódico Reforma. El problema del
caso que menciono es su escalamiento de las redes a un manejo informativo
pretendidamente periodístico. Ahí está el peligro para cualquier ciudadano; si
los anónimos pueden volverse nota de prensa, estaríamos entrando a un ciclo
nocivo para la integridad y la verdad de la gente. Es un exceso que los
acusados tengan que salir a aclarar calumnias.
Así están las cosas en nuestro mundo, hay una lucha feroz y
cotidiana entre lo real y lo virtual, entre la verdad y la mentira, entre el
rostro con nombre y lo anónimo, entre el valor y la cobardía, entre la maldad y
la bondad, entre la educación y la ignorancia, entre la condición humana y la
esperanza de un mejor ser humano. Las redes permiten que se exprese lo mejor y
lo peor de nosotros. Hay gente muy menor, mediocre y perversa que se aprovecha del
anonimato y facilidad de las redes para dar rienda suelta a sus frustraciones y
bajos instintos. Hay que aprender a vivir con eso, estar alertas y apelar al
nombre propio para superar cualquier acto doloso de la escoria social que se
presume mala e indecente.
Quienes usan las redes como desahogo y para atacar normalmente no
tienen nada que perder pues no cuidan prestigio alguno, carecen de él. La regla
indica que no hay que hacer mucho caso a las mentiras provenientes de gente sin
credibilidad. Tal vez si se vuelve sistemático, en los casos de nivel
patológico, baste algún comentario firme y definitivo. Es muy dudoso el
resultado cuando se trata de personas sin escrúpulos y dedicados a la extorsión
como vivales que son. Entre más lejos se esté de ellos es mejor hasta por salud
mental. Siempre hay que mantener la moral en alto pues intentarán golpear la
dignidad al no tener capacidad ni cualidades para un critica y un
debate político.
Ufa.1959@gmail.com
Recadito: La banda de "Los piltrafas", "Trastupijes"
y otros, se consumen en odio patológico. Hay que verlos de muy lejos para no
contaminarse.
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