jueves, 28 de julio de 2016

ARTICULISTA INVITADO:MANUEL CARVALLO


@suntos del Poder



“Lo peor que nos puede pasar, es convertirnos en un país de cínicos”, advirtió Jose López Portillo y Pacheco, durante su Segundo Informe Presidencial de Gobierno en 1978 y hoy, a 38 años de distancia, su vaticinio cobra más vigencia que nunca, sobre todo en Veracruz.

Pero si bien existe esa clase de especímenes en diferentes estratos, en la política abundan y hay algunos que se afanan para ocupar los primeros sitios de esa casta desvergonzada y valemadrista, cuyas declaraciones insultan la inteligencia del pueblo Veracruzano.

Y es que, pese a las múltiples acusaciones que recaen sobre ellos, muchos políticos, funcionarios y exfuncionarios de este gobierno comandado por Javier Duarte de Ochoa, sínicamente continúan manifestando su afán de ser candidatos priistas a la gubernatura del estado.

La lista es larga y la encabezan, quienes se convirtieron en nuevos millonarios durante el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, como por ejemplo Jorge Carvallo Delfín, el mismo que reniega de su propio padre y Adolfo Mota Hernández, a quien ya le apodan el mago, por haber desaparecido más de 3 mil millones de pesos que debieron ser destinados a la educación de millones de niños.

Como ellos, muchos otros hijos de la “fidelidad” que participaron en el saqueo de las arcas del estado ya comenzaron a expresar en algunos medios de comunicación nacionales que “no me he apuntado, pero tampoco me he descartado para la de Veracruz”.

Ojalá, que aunque no se apunten, el próximo gobierno les saque su ficha para una de las cárceles de Veracruz como la de Tuxpan o Amatlán de los Reyes, para que paguen por su atroces crímenes cometidos en agravio de millones de Veracruzanos inmersos en el lumpen social y no nos vaya a resultar peor el remedio que la enfermedad.

Ante una entidad que se desmorona por esa estirpe priista, los veracruzanos no soportarían que el próximo gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, no sea capaz, siquiera, de cumplir sus promesas de campaña, sobre todo esa, sí esa, meter a la cárcel a los responsables del quebranto financiero, social, moral y espiritual de todos y cada uno de los veracruzanos.

Y que decir de la promesa de acabar con la violencia e inseguridad, que tanto lacera a la población en todos y cada uno de los rincones del estado.

Dios quiera que Yunes Linares no nos vaya a salir como Héctor Antonio Astudillo Flores, flamante gobernador de Guerrero, quien le exige a los medios de comunicación medios que hablen bien del estado y que hagan un “pacto de silencio” para no resaltar la ola de violencia y muerte que campea en aquel estado y a las que llamó “desafortunadas circunstancias”.

Es decir, no difundir la ola de ejecuciones que se registra en Veracruz desde hace casi 12 años en la que ya suman no menos de 30 mil las vidas perdidas, entre ellas más de una veintena de periodistas, sería como darnos atole con el dedo.

Esas cifras colocan a Veracruz entre las tres entidades más violentas, peligrosas e inseguras de la república mexicana, tan sólo detrás de Tamaulipas y Guerrero.

A pesar de que el actual gobierno niegue que el estado se les deshace en las manos, cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), demuestran
fehacientemente que los homicidios, secuestros, asaltos, extorsiones, cobro de piso, narcoejecuciones, robo a casas habitación y otros delitos de alto impacto se incrementaron escandalosamente desde que inicio la fidelidad, siendo esa la misma entidad que recibirá Miguel Ángel Yunes Linares.

Sin duda una tarea difícil, pero que deberá cumplirle a cabalidad a los veracruzanos, pues de otra manera pasará a formar parte del club de los sínicos y permitirá que estos regresen al poder… QUIEN CUMPLE SU PALABRA ES CAPAZ DE TENERLO TODO Y A TODOS CON ÉL.

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