Héctor Yunes Landa
La inevitable comparación entre las campañas de Peña Nieto y Vázquez
Mota
La
reciente visita de Enrique Peña Nieto al Puerto de Veracruz fue sin duda una
muestra de lo que un candidato fuerte puede lograr tan solo con propuestas
claras y cercanía con la gente. Los veracruzanos lo pudieron ver de cerca,
caminando por Villa del Mar, abriéndose paso entre la gente que se le acercaba,
lo abrazaba, le comunicaba sus demandas, gente que cree en su proyecto y que
quiere un Nuevo Rumbo para México.
Lo vimos también tomando café en la Parroquia,
saludando a los comensales, con un equipo que en perfecto orden se encargaba de
mantener la tranquilidad del lugar para que todos disfrutaran de su estancia.
Enrique Peña Nieto es un hombre decente, educado y
cabal, que ha dado muestras de cómo debe gobernarse con eficacia, pero sobre
todo, reuniendo a los diversos y sumando a los diferentes, porque esa es la
única forma de reunir fuerzas y talentos para poder superar los problemas. De
su trabajo, los resultados saltan a la vista en el Estado de México; de su
carácter sano y positivo ya hay sobradas muestras, aún al inicio de las
campañas.
Un hombre joven y lleno de salud, pero con madurez y
experiencia, que por encima de todo, no sucumbe a la tentación de responder las
agresiones burdas y sin sustento que le han dirigido sus adversarios; eso es
altura de miras. Porque para gobernar un país como México, con visión de Estado
y auténtica vocación de servicio a la nación, no es posible perderse en el
encono y el sentimiento vil que es la venganza, sino elevarse y pasar por alto
las injurias fáciles y las descalificaciones pendencieras. México necesita como
nunca de un hombre con altura de miras, y estoy seguro de que ese es Enrique
Peña Nieto.
El electorado mexicano puede observar y hacer su
comparación entre una candidatura gris, intrascendente que se afana por caer
bien y sólo obtiene rechazo de la gente debido a la imagen negativa de mal
gobierno que su partido proyecta; y la de un candidato joven, fuerte y con
experiencia gobernando, que tiene como tarjeta de presentación los buenos
resultados de su administración estatal.
Un hombre que está comprometido con terminar el mal gobierno y darle a
nuestro país el regreso a la paz y la tranquilidad que todos los mexicanos
anhelamos.
Que difícil debe ser para la candidata del partido
en el poder, enfrentarse al arranque de su campaña proselitista con una franca
hostilidad y desdén de los ciudadanos que ella esperaba ver volcados a su
favor. Y más cuando se tiene el peso del aparato federal que se supone facilita
las cosas.
Reclamos de los automovilistas que esperaron horas
formados en una caseta de cobro debido a que la candidata de Acción Nacional
decidió que ese era el mejor momento para repartir propaganda y saludar
mientras era filmada por su equipo de campaña. Reclamos de las familias que
fueron atropelladas e interrumpidas mientras comían, cuando a la candidata se
le ocurrió detenerse a comer unos antojitos llevando consigo un tropel de
guaruras, staff, reporteros y camarógrafos.
Y a pesar de la intención de disculparse con los
molestos comensales, lo que consiguió fue que el dueño del restaurante le
pidiera salir del lugar - algunas versiones narran que hasta un limonazo le
dieron para que se apresurara a salir, actitud que por cierto no avalamos-
Y a causa de tanta presión, casi se desmaya en una
conferencia sobre seguridad, viéndose en la necesidad de continuar su
intervención sentada ante la preocupación de sus colaboradores y el murmullo
general que, mas que hacer burla de su salud, cuestionaba su capacidad de
enfrentar la tensión y el estrés que implican gobernar con firmeza.
De sus resultados, salta a la vista la ineficiencia
y el fracaso: Como Secretaria de SEDESOL, legó a México 5 millones de nuevos
pobres y un programa Oportunidades que tiene becados a los operadores
electorales del PAN y es usado para obligar a la gente a votar por ese partido;
como Secretaria de Educación dejó a México sumido en la una crisis del Sistema
Educativo, ya que ni siquiera es posible para la SEP saber cuántos maestros
tiene el país y obtiene las peores evaluaciones de su historia; como
Coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados, se distinguió por su ausentismo
y, sobre todo, por su incapacidad para convocar a las fracciones de los
partidos políticos y sacar las reformas que el Presidente Calderón le
encomendó.
Esa es la realidad de su trayectoria y del inicio de
campaña de Josefina Vázquez Mota que la tiene -por lo visto hasta ahora- muy cuesta arriba para
refrendar la victoria y continuidad de su partido en la Presidencia de México.
En contraste, con eventos bien organizados, con el
aprecio espontáneo y genuino de la gente, y sobre todo con mucho carisma, el
camino que ha iniciado Enrique Peña Nieto muestra otro panorama.
Este comentario no es de manera alguna un ataque,
sino una reflexión sobre la innegable realidad que estamos viendo al arranque
de las campañas políticas rumbo a la Presidencia. El argumento de que hay que
votar por una consideración de género es, sin duda, un falso debate, que
pretende blindar a la candidata panista de cualquier cuestionamiento por el
solo hecho de ser mujer.
Como mujer y ser humano merece todo mi respeto, sin
embargo, debe analizarse la capacidad para gobernar, la experiencia y los
resultados de los candidatos, más allá de cualquier otra consideración.
México no necesita más cortinas de humo ni falsas
consideraciones sexistas, sino una valoración auténtica y sincera de las
capacidades, las trayectorias y los equipos políticos que puedan garantizarle a
los mexicanos un buen rumbo y un buen destino en el Gobierno de la República.
La Paz Social, el Crecimiento Económico, el Progreso y el Bienestar es la meta
de todos; el tema es cómo podemos lograrlo.
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