DIARIO ÍNTIMO
Toca consentirnos
Si de por sí en esta vida todo pareciera estar puesto para
que el que se deje se convierta en un auténtico miserable, no debemos ayudarla
y hacerle su misión más fácil. Me acaban de informar que el mes de febrero
estaba ahí agazapadito esperando su momento para entrar y que ya por fin se
decidió. También me informan que ese mes estuvo concebido desde el principio de
los tiempos para amortiguar la severa resaca que nos dejaron los Reyes Magos,
la Rosca de Reyes, los juguetes de los niños, los obsequios de navidad para el
jefe (aunque haya sido el choteadísimo par de calcetines), el pago del Predial,
y en general la eufórica pero efímera sensación de ser libres financieramente
hablando. Esa libertad financiera se disipa como nubes de algodón y para fines
de este mes nos damos porrazo al rudo suelo de la realidad.
Quedamos pues que febrero para eso se hizo, le recortaron de
a dos o tres días para que medio nos recuperemos. Yo sí me consiento y cada vez
que puedo me doy mis escapadas al “beauty salon” a que me exfolien y me
pellizquen lo honrosamente pellizcable, pero además de eso tiendo a comprarme
mis libros que atesoro como emperador azteca y me los dedico (“Con mucho cariño
para mí ¿Quién lo quiere? Quién lo quiere chinmengüenchón?”) y de vez en cuando
hasta me obsequio dinero. La forma de hacer esto último me ha resultado muy
sencilla... cuando tengo -raro- doblo un billetito y lo meto en algún pliegue
de la cartera. La cosa es olvidarse de su existencia, un ejercicio mental tipo
Jedi semejante a una lobotomía para olvidar, por completo, que ahí tenemos
dinero, y así, cuando ya andamos arañando las paredes buscarle para ver si
encontramos algo. En más de una ocasión me he sorprendido gratamente -es que yo
pienso mucho en mí-. Inténtelo y verá que es bien bonito.
Con eso dinero llevaré a mi chaparrito al circo, no porque
se lo haya ganado porque es un malandrín bien hecho, sino porque quién soy yo
para juzgarlo si de chico fui peor. Dicen las malas lenguas que tenía mi alter
ego y terminaba siempre como Juan Charrasqueado. Acabé con la paciencia de mi
madre que siempre tenía a bien vestirnos como figurín de revista para llevarnos
al parque de mi natal Cosamaloapan, porque como no vivíamos allí y sólo íbamos en
vacaciones, debía demostrar que sus pequeños eran niños educados y de bien,
temerosos del señor que sabían hablar de Usted y como allá abundaban los
señores de moral extraña en más de una ocasión me reprendieron por darle el
paso a los mayores diciéndoles Pásele Señor Don Puto (pero, lo juro, yo lo
decía por respeto). Pero a nosotros no nos importaba la etiqueta y era
complicadísimo para ella pastorearnos para el baño, enfundarnos en unas camisas
de popelina blanca, calcetines ad hoc, zapatos choclos, unos shorcitos de tela
y (agárrese!!!) una boina o gorra del mismo material del short... ya cuando a
su parecer quedábamos chulos de bonitos nos tomaba a cada uno de la mano y
salía bien oronda con sus vaporosos vestidos, sus dos angelitos de la mano y a
la pequeña no sé ni dónde la metía.
Era una monserga porque nuestra moda capitalina no convergía
con la moda de Cosamaloapan de Carpio y en más de una ocasión nos tuvimos que
poner de trompadas con los demás chamacos maledicientes que se burlaban de mi
ajuar. Dos veces mi madre estuvo a punto de morir del tramafax en el parque del
pueblo porque nos habíamos enchiquerado en un santiamén... Chamacos
inconscientes, miren nada más cómo se pusieron, se me quitan la ropa y se me
van a la casa (¡Así! En ese orden). Una vez sanjuaneados y vitupereados por
nuestra madre volteábamos a ver a los demás chamacos que se morían de risa y ya
no nos quedaba de otra que vengarnos mentándoles la madre. Todo eso se podía
hacer porque no se había inventado el bullying, si no seguramente ni ella ni
los demás niños nos habrían hecho sufrir tanto.
Yo me retiro este fin se semana largo y espero poder
consentirme a mis anchas. Llevaré al niño al circo y descansaré a pierna
suelta. Usted, si puede, también consiéntase y aproveche para vacunarse si no
lo ha hecho, porque la influenza está pegando fuerte y para qué arriesgarse, ya
ve que Nemi Dib dice que los tres fallecidos por influenza tenían aparte otras
afecciones... pero en estos días ¿quién no tiene otras afecciones? Dice que son
casos aislados, y puede ser, pero mejor no lo averigüe en carne propia...
¡Vacúnese!
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y puede seguirme en twitter en @atticuss1910
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