El castigo silencioso a Veracruz
Los analistas y politólogos aseguran que uno de los libros básicos que todo
gobernante debería de leer –cuando menos, sino estudiar- es el tratado
denominado “El arte de la guerra” de Sun Tzu, porque en él se describen como
debe de comportarse un mandatario en la lucha por conquistar y mantener el
poder.
Porque resultaría ingenuo, por decirlo de alguna
manera sutil, el pensar que luego de que un mandatario ha perdido su reino, el
triunfador habrá de quedarse tan campante como si nada hubiera
pasado.
Es así que El Arte de la Guerra ha sido incluso el
libro de cabecera de incontables gobernantes.
Porque nada más para poner un ejemplo, con la
actualidad que vivimos en nuestro país, luego de los resultados de la lucha por
el poder presidencial, en donde algunos gobernantes, a quienes se había pedido
su apoyo y alianza, para obtener los votos necesarios, no rindieron las cuentas
esperadas.
Lógicamente, que Enrique Peña Nieto nunca va a
salir a declarar que habrá de castigar o al menos hacerle cuentas a quienes no
pudieron o no supieron gobernar para obtener el tan anhelado
poder.
Tiene que declarar –como ya lo ha hecho- que nadie
va a castigar a nadie.
Al parecer, hay algunos inocentes, que ya se lo
han creído.
Pero es que hay quienes pueden tener maestrías y
doctorados, en otras chácharas, pero en lo que es la estrategia política, están
en pañales.
Porque seguramente nunca han leído el capítulo de
la estrategia, del texto de Sun Tzu que dice: “La guerra se basa en el engaño.
Muévete cuando sea ventajoso y crea cambios en la situación dispersando y
concentrando tus fuerzas. Cuando entras en campaña, sé rápido como el viento;
haciendo marchas normales, majestuoso como el bosque; en las incursiones y
saqueos, feroz como el fuego; cuando te detienes, firme como las montañas. Si te
escondes, sé tan insondable como las cosas más allá de las nubes; en movimiento,
cae como el rayo. Para saquear una región, dispersa tus fuerzas. Cuando
conquistas un territorio, defiende los puntos estratégicos.
Sopesa la situación antes de efectuar movimiento
alguno. Aquel que domina el artificio de la diversión saldrá victorioso. Así es
el arte de maniobrar.
Normalmente, en tiempo de guerra, el general
recibe sus órdenes del soberano del estado. Durante el proceso de organización
de las tropas y movilización de sus hombres, para convertir su ejército en una
entidad armoniosa y colocarla en posición, nada es más difícil que el arte de
maniobrar hasta posiciones ventajosas. Lo complejo del tema es convertir la ruta
más intrincada en la ruta más directa, y distraer al enemigo con señuelos. Para
lograrlo, debes ponerte en marcha después de que lo haga el contrario, y llegar
al campo de batalla antes que él. Quien es capaz de hacer esto muestra su
conocimiento del artificio de la distracción.
La ventaja y el peligro son materias inherentes
ambas al hecho de maniobrar para alcanzar una posición ventajosa. Aquel que pone
en movimiento al ejército entero, junto con su impedimenta, persiguiendo una
posición ventajosa, no la obtendrá. Si abandona el campamento y toda la
impedimenta en la lucha por obtener ventaja, perderá todo su equipo. Si ordena a
sus hombres realizar marchas forzadas sin armadura, sin detenerse día y noche,
para cubrir el doble de la distancia usual en un desplazamiento, y cubriendo
cien li en la lucha por la ventaja, es posible que vea como sus comandantes son
capturados.
Los hombres más fuertes y resistentes llegarán
primero, y los más débiles estarán aún atrás; así pues, si se emplea este
método, tan solo la centésima parte del ejército llegará a su destino. En una
marcha forzada de cincuenta li, el comandante de la vanguardia caerá
probablemente, pero la mitad de sus hombres llegarán. En una marcha forzada de
treinta li, solo llegarán dos tercios. Esto significa que un ejército en el que
se deje atrás el equipo pesado, suministros, comida y equipajes estará perdido.
Aquel que no está de acuerdo con los designios de
sus vecinos, no debe entrar en alianzas con ellos. Aquellos que no conocen las
condiciones de montañas y bosques, desfiladeros peligrosos, marismas y pantanos,
no pueden dirigir la marcha de un ejército. Aquellos que no emplean guías
locales son incapaces de obtener ventajas del terreno”.
Mientras tanto, en los medios de comunicación
nacionales, ya se comenta que un ejército de Delegados Federales, se
prepara con funcionarios del grupo cercano a Peña Nieto para venir a tomar
posesión en el próspero estado de Veracruz.
Si no le dejan ni meter las manos en la asignación
de delegaciones, será parte del castigo silencioso que se estará imponiendo,
aunque inocentemente, se piense que con el cambio, “nos va a ir mejor en
Veracruz”.
Mientras acá, se siguen colando panistas en el
gabinete, hasta la cocina.
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