¡Bendita pactitis!
Miguel
Ángel Gómez Polanco
En
días recientes, hemos sido testigos de fenómenos planeados con antelada astucia
y dejos de certidumbre para el país.
México transita por nuevos caminos que
van ligados a la generación de una nueva democracia, de la mano con la –quizás
paradójica- división y replanteamiento de corrientes que, sin duda,
contribuirán con la obtención de un nuevo espejo ciudadano y su participación
activa en las decisiones del país.
Lo curioso es que sea un solo acontecimiento
el que haya detonado el cúmulo de ideas que habitan en el otrora subconsciente
nacional y que inevitablemente darán dirección al establecimiento de una
oposición que ya se encuentra en vías de fortalecerse mediante la legitimación
que le han facilitado las circunstancias actuales.
Y es que a pesar de que en un
estudio reciente de Consulta Mitofsky, en torno a la percepción ciudadana
respecto a estos temas que menciono (y que no defino de inmediato, con la
finalidad de que usted, estimada y estimado lector, compruebe que también es
parte de la traslación que vive el país) el nivel de conocimiento sigue siendo
bajo, pero ya se perfila como promotor de una polarización democrática bastante
propositiva.
La realidad es que nuestro país ya
no es aquel de la devaluación, “las tepocatas y víboras prietas” ni el “peligro
para México” y, aunque algunos le “apostaron” a un futuro incierto como
Santiago Creel y Roberto Gil Zuarth, mientras que otros como Graco Ramírez
entendieron a qué se referían los detractores chuchos con “negociaciones
impúdicas”; “la guerra”, Atenco, Ayotzinapa, Ernestina y -con todo y su
parafernalia acostumbrada de cada seis años- el EZLN, ahora forman parte de un
accionar social muy diferente que ya se inclina por una mejor comprensión de
los sucesos que verdaderamente aquejan al país, cuyo cimiento va ligado en
mayor medida con la gente y no con la mal interpretada partidocracia que impera.
Entretanto, el marco socio-político
avanza y el trabajo mencionado de la empresa de Roy Campos lo refleja con fidelidad,
pues de los 19 indicadores de percepción ciudadana sobre el tema que da nombre
al presente panfleto, resaltan los de “Trabajar por la misma causa/para el
pueblo” (12.1), “Estar unidos” (11.1) y “Seguridad en acuerdos políticos” (5.6)
No obstante, como menciona el sociólogo Robert
Putnam en su obra Capital social y
democracia: “la historia es un factor causal para la existencia o ausencia
de lo que se denomina comunidad cívica”,
entendiéndose con ello que, una vez recuperada la unidad ciudadana, el último
punto para su fortalecimiento es el conocimiento de los hechos que dan origen a
las circunstancias actuales del país; algo que ya está encaminado a suceder
gracias, en gran parte, a la tecnología.
¿Adivina por dónde va la cosa? Estoy
seguro que sí: el mentado “Pacto por México” ya da sus primeros frutos y no
precisamente por las “soluciones” que emanen de éste (cuyos resultados, hasta
ahora, tampoco se cuestionan), sino por la repercusión que ha tenido en las
libertades del mexicanos; ahora mejor entendidas y en vías de ser, como el
término de moda: perfectibles.
De lo anterior podemos destacar dos
grandes beneficios que ha aportado la pactitis
mexicana que se resumen, por una parte, es la simplificación de la vida
democrática basada en el comportamiento ambivalente en torno a las preferencias
electorales. “Los del Pacto por México son unos y los de Morena son otros”, socavando
el remorismo del PT, Movimiento
Ciudadano, PVEM y Panal, cuya presencia podría tender al sustento local, tal como lo
ejercen diversas asociaciones políticas ya existentes.
Por otro lado, está la creación de una
oposición perfectamente bien definida. El liderazgo de Andrés Manuel López
Obrador encausa el hartazgo de una gran porción de la población, de donde emergen
ejes rectores que pondrán, irónicamente, el cimiento del sistema neoliberal
propuesto por el gobierno priista, fomentando la participación ciudadana y
limitando al Estado a través de la legitimación del movimiento que, hoy por
hoy, podría hacer resurgir a la extinta izquierda mexicana.
SUI GENERIS
Así
pues, nos remontamos a los tiempos de Plutarco Elías Calles; de aquel priismo
en el que la necesidad de consenso tenía fines autoritarios e impositores, pero
con una gran diferencia: el gobierno Enrique Peña Nieto busca los acuerdos que
den tranquilidad a la desvalorizada urgencia de reformar estructuralmente el
país.
No hay por qué extrañarse: el
tricolor siempre se ha caracterizado por la cohesión interior y exterior, por
lo que en estos momentos y tal como sucediera sobre todo en las décadas de los
ochentas y noventas con el asunto electoral; el PRI intentará sacar adelante su
credibilidad, esta vez partiendo de lo mismo que ellos mismos frenaron del 2000
a la fecha y que –ciertamente- sumió al país en el estancamiento; pero de la
mano de otras instituciones políticas, dejando espacio para que la verdadera
oposición actúe, reclute y haga su chamba.
Finalmente, un consuelo racional
para quienes creen en la capacidad política del PAN y PRD: ambos están en
franca debacle, pero no toda su militancia está de acuerdo con formar parte de
la pactitis y, con o sin "alianzas", aseguran que
la polarización permanecerá en el rubro político-electoral y no en el
gubernamental; éste último, donde menos hace falta.
Bien por México, pues este “padecimiento”
se antoja favorable para su lastimada democracia.
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