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martes, 11 de febrero de 2014

ARTICULISTA INVITADO:ATTICUS LICONA




DIARIO ÍNTIMO

La pura vida

A últimas fechas no sé qué hacer. Pongo a todos los Santos (Padre e Hijo… los enmascarados de plata) como testigos de que por ánimo no paro. Me desfiguro a tan cósmica velocidad que me sorprendo a mi mismo tratando de encontrarle el modo al Paquito, el cual, parece estar decidido a terminarse de una buena vez todo el saldo de mi paciencia. Junto a él, mi sobrada fama infantil ha quedado relegada a una simple travesura primaveral. Y es que creo que ya no estoy para eso, yo estoy para que mis hijos me atiendan, me traigan mi cobijita y me unten VapoRub. Dicen las lenguas de doble filo que la culpa la tengo yo, porque lo consiento, pero no se dan cuenta que el niño lo que tiene son poderes telepáticos, porque quiero decir que no y él me hace decir que sí, yo no quiero ir al cine y él me hace llevarlo, voy derecho y me enchueca ¿Qué puedo hacer yo si ante su infantil rostro me derrito y dejo abiertas mis puertas y ventanas?

En medio de cada trance me resigno a la contemplación y el gozo. ¿Ya que otra me queda? Precisamente este fin de semana el niño encendió los ojos y me hizo llevarlo al cine. Ahí vamos, dos padres carentes de voluntad y autómatas, a Cinépolis con su hijo. Yo me arrellané en el asiento a disfrutar de una ingente cantidad de calorías y a deleitarme en la semioscuridad de la sala, esperando valientemente a que todo terminara. Llegó el final y la Karla me despegó del sillón con una espátula, me llevó arrastrando al auto y me depositó suavemente en mi camota con menos energía que la directiva sindical de los recolectores de basura de Xalapa. Así de agotadores son mis fines de semana en los que me desvivo por mantener a flote la estabilidad emocional de la familia.

Me encantaría cambiar de lugar algunos días con Alfredo Castillo para llevármela más tranquila, salir a comer con gente interesante aunque sean capos o lugartenientes, porque siempre tendría la salida sencilla de decir que no sabía. Creo que a eso lo enviaron, a que hiciera amistades nuevas porque las que ya tenía no estaban a la altura. Peña Nieto Neutrón a eso lo envió, le dijo Tú vete por delante, te echas unas frías con los más pesados de allá, los que se me podrían poner trompudos si es que llego, y me los vas aleccionando de que a mi no me toquen ni un pelo –mi peinado es de salón-, vete con esa encomienda que aquí nosotros te tenemos un lugar especialísimo reservado para que pases a la historia como el Gran Pacificador y si algo te pasa no te preocupes porque ya hasta tenemos preparada la primera edición de tu biografía cosida a mano con filigrana de oro, con prólogo de Jordi Rosado y un capítulo entero titulado “Cómo arreglar la cama y encontrar a Paulette, para Dummies”… así que ve con Dios y si ves a alguien sospechoso primero le invitas unos taquitos estilo Michoacán y ya después me cuentas quién era.

Eso es tranquilidad… o como diría aquél gran visionario de las ropas güangas, Clavillazo, “la pura vida”. Cualquier actividad sería, creo, un poco menos cansada que la de entretener al Paquito.

Cualquier comentario de esta agotada columna, favor de enviarlo a atticusslicona@gmail.com y puede seguirme en twitter en @atticuss1910

Nota. Estoy decidiendo si en esta semana del amor y la amistad, hago reseña y remembranza de algunas cuitas y desventuras amorosas del joven Atticuss. Por mi propia salud matrimonial, la balanza se inclina a que no lo haga. ¿Qué opina?

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