DIARIO
ÍNTIMO
La
pura vida
A últimas fechas no sé qué hacer. Pongo a
todos los Santos (Padre e Hijo… los enmascarados de plata) como testigos de que
por ánimo no paro. Me desfiguro a tan cósmica velocidad que me sorprendo a mi
mismo tratando de encontrarle el modo al Paquito, el cual, parece estar
decidido a terminarse de una buena vez todo el saldo de mi paciencia. Junto a
él, mi sobrada fama infantil ha quedado relegada a una simple travesura
primaveral. Y es que creo que ya no estoy para eso, yo estoy para que mis hijos
me atiendan, me traigan mi cobijita y me unten VapoRub. Dicen las lenguas de
doble filo que la culpa la tengo yo, porque lo consiento, pero no se dan cuenta
que el niño lo que tiene son poderes telepáticos, porque quiero decir que no y
él me hace decir que sí, yo no quiero ir al cine y él me hace llevarlo, voy
derecho y me enchueca ¿Qué puedo hacer yo si ante su infantil rostro me derrito
y dejo abiertas mis puertas y ventanas?
En medio de cada trance me resigno a la
contemplación y el gozo. ¿Ya que otra me queda? Precisamente este fin de semana
el niño encendió los ojos y me hizo llevarlo al cine. Ahí vamos, dos padres
carentes de voluntad y autómatas, a Cinépolis con su hijo. Yo me arrellané en
el asiento a disfrutar de una ingente cantidad de calorías y a deleitarme en la
semioscuridad de la sala, esperando valientemente a que todo terminara. Llegó
el final y la Karla me despegó del sillón con una espátula, me llevó
arrastrando al auto y me depositó suavemente en mi camota con menos energía que
la directiva sindical de los recolectores de basura de Xalapa. Así de
agotadores son mis fines de semana en los que me desvivo por mantener a flote
la estabilidad emocional de la familia.
Me encantaría cambiar de lugar algunos días
con Alfredo Castillo para llevármela más tranquila, salir a comer con gente
interesante aunque sean capos o lugartenientes, porque siempre tendría la
salida sencilla de decir que no sabía. Creo que a eso lo enviaron, a que
hiciera amistades nuevas porque las que ya tenía no estaban a la altura. Peña
Nieto Neutrón a eso lo envió, le dijo Tú vete por delante, te echas unas frías
con los más pesados de allá, los que se me podrían poner trompudos si es que
llego, y me los vas aleccionando de que a mi no me toquen ni un pelo –mi
peinado es de salón-, vete con esa encomienda que aquí nosotros te tenemos un
lugar especialísimo reservado para que pases a la historia como el Gran
Pacificador y si algo te pasa no te preocupes porque ya hasta tenemos preparada
la primera edición de tu biografía cosida a mano con filigrana de oro, con
prólogo de Jordi Rosado y un capítulo entero titulado “Cómo arreglar la cama y
encontrar a Paulette, para Dummies”… así que ve con Dios y si ves a alguien
sospechoso primero le invitas unos taquitos estilo Michoacán y ya después me cuentas
quién era.
Eso es tranquilidad… o como diría aquél
gran visionario de las ropas güangas, Clavillazo, “la pura vida”. Cualquier
actividad sería, creo, un poco menos cansada que la de entretener al Paquito.
Cualquier comentario de esta agotada
columna, favor de enviarlo a atticusslicona@gmail.com y puede seguirme en
twitter en @atticuss1910
Nota. Estoy decidiendo si en esta semana
del amor y la amistad, hago reseña y remembranza de algunas cuitas y
desventuras amorosas del joven Atticuss. Por mi propia salud matrimonial, la
balanza se inclina a que no lo haga. ¿Qué opina?
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