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domingo, 24 de septiembre de 2017

Articulista invitado: Hector Yunes Landa



Donar hasta la alegría


En el imaginario popular hay una expresión que dice que hay que brindar ayuda hasta que duela –refiriéndose a desprendernos de algo valioso para nosotros-. Hoy que los mexicanos hemos conocido una nueva tragedia, estoy convencido que no puede haber dolor en la generosidad, por eso, debemos donar hasta la alegría.

México enfrenta un gran reto. Los terremotos del jueves 7 y el martes 19 de septiembre han causado un grave perjuicio a millones de mexicanos en varios estados del país.

Esta desgracia nos ha arrebatado la vida de cientos de personas. Pero muchas más, hoy se encuentran en una verdadera situación de emergencia. No sólo han perdido a un familiar, sino que también se han quedado sin casa, sin patrimonio, sin trabajo, tan sólo con la esperanza en la solidaridad de los demás ciudadanos. Hoy todos debemos asumir nuestra responsabilidad y quienes ostentamos un cargo de representación popular somos los más obligados.

Por esta razón, valorando el ejemplo de millones de mexicanos que se han sumado a esta causa, propuse que quienes desempeñamos un cargo de elección popular en todo México, desde el Presidente de la República hasta el regidor del municipio más pequeño del país, incluyendo a todos los gobernadores y el Jefe de Gobierno de la CDMX, los senadores, diputados federales, locales y a la asamblea legislativa; así como los jefes delegaciones y los alcaldes, síndicos y regidores de todo el país, aportemos un mes de sueldo para apoyar las tareas de reconstrucción de la ciudad de México y los estados que resultaron afectados por los sismos de septiembre.

Las circunstancias nos obligan que este apoyo deba ser inmediato. Por eso, el viernes pasado solicité a mi coordinador parlamentario, senador Emilio Gamboa, que la totalidad de mi sueldo correspondiente al mes de octubre se deposite en la cuenta bancaria que se ha aperturado para la creación del Fondo de Reconstrucción y Vivienda.
Sin embargo, aprovechando la generosa campaña de la fundación de don Carlos Slim para aportar 5 pesos por cada peso que la sociedad done para apoyar a damnificados en Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas, pediré este lunes al Senado que mi aportación se deposite a esta fundación y así quintuplicar mi contribución a esta noble causa.
Hay miles y miles de mexicanos que han donado mucho más que dinero: Se han entregado a sí mismos. Han trabajado durante largas jornadas, hasta el límite de sus fuerzas, en rescatar sobrevivientes, remover escombros, atender y auxiliar personas que resultaron heridas, organizar la entrega de apoyos y donaciones, preparar alimentos para cientos de voluntarios que trabajan en los edificios que se colapsaron.
Y que podemos decir de miles de doctores, enfermeras, paramédicos y el personal de los hospitales públicos y privados que no han detenido su labor. Que no están atendiendo a pacientes sino a quienes consideran sus hermanos en desgracia.

O aquéllas familias, como hemos visto tantas historias, que convirtieron sus casas en salas de urgencia, en comedores comunitarios o en albergues temporales para muchos vecinos que antes apenas se conocían y que hoy han pasado a ser parte de sus familias. También a los miembros de la Cruz Roja, rescatistas, a los queridos “topos”, a la policía, a los miembros del Ejército y la Marina, y a quienes se han entregado voluntariamente a esta causa.

En particular quiero agradecer a quienes han tenido la generosidad y la confianza de llevar alimentos enlatados, agua, papel de baño, y muchos otros productos al centro de acopio que instalé en mi oficina de enlace como Senador por Veracruz, de la misma manera que lo hice hace justo 32 años cuando sucedió una tragedia similar y me desempeñaba como diputado federal.
Lo que hemos visto en todas las zonas afectadas –hay que recordar que no sólo la ciudad de México sufrió daños severos, sino también cientos de poblaciones en los estados de Oaxaca, Chiapas, Morelos y Puebla-, no tiene referente en la historia del país, salvo cuando ocurrió la misma tragedia hace 32 años.

Debemos ser conscientes de que la ayuda deberá ser constante, suficiente y por un largo periodo de tiempo. No puede haber diferencias cuando el propósito es el mismo. México y los mexicanos nos necesitan.
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