Suministro de agua, garantía de vida
Nuestro
planeta está cubierto por agua en un 70 por ciento, pero sólo el 2.5
por ciento es considerada agua dulce y de ésta apenas el 0.007 por
ciento se encuentra disponible para el hombre en acuíferos, lagos y ríos
principalmente, mientras que el resto está en forma de hielo en los
casquetes y glaciales polares, o bien, a grandes profundidades que
dificultan su extracción.
Sabemos
de la importancia del agua para que podamos existir. Sin embargo,
paradójicamente en muchas regiones de México con vastas reservas de agua
dulce, la población carece del acceso a este vital elemento.
Mientras que en las zonas centro y norte de nuestro país, en su mayor parte, áridas o semiáridas reciben apenas 25% de agua de lluvia, en entidades del sureste como Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco, se reciben casi la mitad del agua de lluvia (49.6%), sin
embargo, sus habitantes tienen menor acceso al vital líquido, pues no
cuentan con los servicios básicos, como es agua entubada dentro de la
vivienda.
De acuerdo a datos del INEGI, en el año 2010 apenas un 62 por ciento de la población del estado de Guerrero contaba con servicio de agua potable, mientras que en Chihuahua el 94.9 por ciento tenía acceso. Siendo evidente el avance en cobertura en zonas urbanas al contar 95 de cada 100 mexicanos agua dentro de nuestras viviendas.
No
obstante, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por garantizar su
suministro, aún hay segmentos que atender, sobre todo en las zonas
rurales, principalmente del sureste de México donde el potencial hídrico
está fuera de duda, pero donde lamentablemente es palpable la falta de
agua para beber y para mantener condiciones mínimas de higiene.
Un
aspecto que, por diversas cuestiones, generalmente queda de lado es la
renovación de la red de agua potable, que en muchos lares data desde
hace 100 años, perdiéndose en fugas hasta 40 por ciento del agua potable
suministrada y que sumado a la carencia de controles en su
sectorización, por medio de válvulas que ayuden a reducir la presión,
propician la lapidación de este preciado recurso natural precursor de
desarrollo.
Las
mediciones del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua destacan que
aproximadamente cada año se pierden 20 millones de litros de agua por
fugas. A pesar de ello, la inversión para la rehabilitación de tuberías
se redujo, entre 2002 y 2009, de 5.2 a 3.7 por ciento.
De
ahí nuestro reconocimiento al anuncio del presidente Enrique Peña Nieto
sobre el Plan Nacional de Agua, el cual contempla el aseguramiento de
agua a la población, para la producción agrícola, a la demandada por la
industria, mejorar el uso de las aguas tratadas y cómo lograr tratar
cada día mayor volumen de agua.
Preocupa
y deberemos ocuparnos todos, lo referido por la Comisión Nacional del
Agua de que la mitad del agua suministrada no se factura, ya sea por
fugas, tomas clandestinas o deficiencias en los padrones de usuarios, y
lo más grave, es que no se obtiene el pago de la ciudadanía, aunque esto
es producto, en gran parte, del círculo nocivo de la desconfianza
ciudadana en el manejo transparente, eficiente y eficaz de los recursos.
En
su reporte “Situación del Subsector Agua Potable, Alcantarillado y
Saneamiento 2010” indica que la proporción del agua no facturada llegó a
78 por ciento en Valle de Bravo, Estado de México; contrario a ciudades
como Mexicali que destacan por su eficiencia -agua producida y
facturada- con el 83 por ciento; Puerto Vallarta, con 77; Saltillo, con
72, y Monterrey, con 72.
Concluyo,
resaltando algo alarmante, solamente 40 por ciento de las aguas
residuales son tratadas, desafortunadamente 47.8 por ciento de nuestras
aguas superficiales están contaminadas y que hemos triplicado la
sobreexplotación de nuestros acuíferos en las últimas tres décadas.
Afortunadamente
cada vez somos más lo que tomamos conciencia en que esta situación no
puede continuar. Sin duda los organismos que manejan el abasto,
distribución y tratamiento del agua deben aumentar su eficiencia y
productividad, pero también los ciudadanos debemos hacer un uso adecuado
del vital líquido y contribuir a su cuidado, asumiendo el compromiso de
usarla adecuadamente, no desperdiciarla, reparando o reportando las
fugas y evitar, lo más posible, su contaminación.
El compromiso es de todos. Cuidemos el agua. Hagámoslo para que todos, en especial nuestros hijos, tengamos un mejor porvenir.
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