XALAPA: DEBUT Y DESPEDIDA
Uriel Flores Aguayo
Sería un error pretender definir a las autoridades municipales de
Xalapa, a partir de sus declaraciones u ocurrencias, aun siendo reiteradas y
llamativas. Es prematuro llegar a conclusiones sobre el tipo de gobierno que
ejerce o pretende el ayuntamiento local, además de ineficaz por falta de
elementos; no deberíamos practicar el fatalismo y la desesperanza a que es muy
dado el ambiente político y social en nuestro país. Siendo serios y
responsables más vale irse con calma a la hora de caracterizar, dar opiniones y
fijar postura sobre los inicios de un Gobierno que representa en nuestra
historia, al menos, la segunda alternancia municipal. No es un dato menor, por
lo tanto se requiere rigor y paciencia para abordar la marcha de esta nueva
administración.
Por supuesto qué hay signos preocupantes que ya están generando
polémica, sin embargo hay que esperar un poco más a que avance el tiempo para
estar plenamente seguros de los aspectos fundamentales del proyecto que encabeza
una mayoría edilicia de MORENA. Palabras más o menos, siempre hay elementos
generales para observar el rumbo de un proyecto de gobierno, siendo más o menos
exigentes con él conforme a su origen partidista y las expectativas
despertadas. Está el fundamental elemento democrático a aplicarse en el cabildo,
concretado en el respeto a la pluralidad y la búsqueda de consensos; el
monolitismo y el mayoriteo no son democráticos, son más de lo mismo y pueden
ser aplicados por cualquier sigla partidista sin necesidad de adornarse con
retórica vanguardista. También es clave en la diferenciación de lo viejo y lo
nuevo la construcción de ciudadanía en sentido contrario al clientelismo; esto
implica que los programas sociales no serán condicionados y se respetará la
dignidad de los ciudadanos, reconociéndolos como sujetos de derechos; generar
clientelas para la movilización partidista es lo anacrónico, lo que cualquier
membrete partidista haría sin llenarse la boca de alusiones a la esperanza y a
los cambios. Un elemento clave para identificar la presencia de algo diferente
es si el proyecto de gobierno es partidista únicamente, faccioso o si es
abierto, plural y municipalista; más de lo mismo, con otro color, es priorizar
para los cargos los criterios partidistas, es subordinar los intereses locales
a proyectos nacionales y omitir la representación plural en el Ayuntamiento.
Lamentable, sin ser irreversibles, se vienen asomando algunos
aspectos de esa vieja cultura política del partido de Estado, aquí en chiquito,
y la simulación. Están en marcha desiciones políticas que pueden frustrar
lo que se pensaba como cambio. Si la apuesta por los fines de partido, extra
municipales, se impone, estaremos ante una alternancia fallida y un fracaso de
lo que se auto nombra como proyecto de izquierda, cualquier cuestión que eso
signifique. Hay que esperar un poco más, sobre todo que pasen las elecciones
presidenciales, cuyo impacto en nuestra realidad municipal es muy fuerte y deforma
intenciones y voluntades.
No se debe obviar que la mayoría edilicia actual ha hecho muy poco
para serlo, que tiene un mandato claro de la gente y es depositaria de un
proceso histórico que no se agota en unas siglas. Es sano, por su bien, que no
se comporten con lo que sería una absurda soberbia, de poder ocasional, del
estilo Fidel Velázquez; deben asumir que no están refundando nada, que tienen
alcances limitados y normales. Todavía están a tiempo de intentar un gobierno
novedoso y democrático, digno de un municipio como Xalapa, tan generoso y
hospitalario.
Recadito: no por previsible son menos pobres las expresiones del
folclórico dirigente estatal de Morena.