RUIDO, ESPECULACIONES E HIPOCRESIAS
Uriel Flores Aguayo
Las
mal llamadas precampañas electorales presidenciales han dejado una estela de
ruidos, sorpresas y escándalos. Todavía es muy precaria la definición
programática de los frentes políticos, sin claridad más allá de dos o tres
temas; es mayor la ambigüedad y la confusión. Hay que esperar la ya próxima
campaña para que se conozcan los qué, cómo y porqué nos plantean los aspirantes
presidenciales. No es ocioso, por supuesto, estar a la expectativa de las ideas
y soluciones que se ofrecerán en materias como la pobreza, la inseguridad, el
estado de derecho, etc.. El esfuerzo informativo y analítico que deben hacer
los ciudadanos es mayúsculo y desproporcionado; votar con criterio y la razón
es el reto para tener un futuro sólido y viable. Se observa una interesante
espera e indefinición en amplios sectores de la población, ellos son los que
inclinarán para un lado u otro el resultado de las elecciones. Son la esperanza
de una salida de cambio correcto a los graves problemas que asfixian a México.
De
pronto los medios informativos tradicionales, prensa y TV, entraron en crisis
ante el avasallamiento expansivo del internet. Las redes sociales multiplicaron
aceleradamente su impacto e influencia en la sociedad. Cada individuo se volvió
reportero y analista, narrando en tiempo real cualquier hecho importante o no.
La presión se volvió insoportable para los analistas profesionales derivando en
una marcada devaluación hacia lo frívolo y superfluo. Ahora nos trasmiten puras
especulaciones, sus dudas, prejuicios e intereses; con muy contadas
excepciones. A esa tendencia se suma la proliferación de mentiras para formar
un cuadro peligroso y regresivo. Nunca habíamos tenido tanta información ni
tantas dudas y engaños. Hoy por hoy podemos tener datos y versiones al alcance
de nuestra mano, literalmente, pero no estar plenamente seguros de su
veracidad. El actual proceso electoral es un reto a la inteligencia y el
criterio de los ciudadanos, debemos hacer un gran esfuerzo para que superemos
las barreras de la demagogia y el clientelismo. Las promesas fáciles y la
inconformidad obtienen votos fáciles y volátiles.
Nuestra
sociedad no puede funcionar sin reglas, las cuales tienen que ser resultado del
pacto social y el acuerdo democrático. Una vez aprobadas con los consensos de
rigor, se deben aplicar escrupulosamente. Los ciudadanos tenemos derechos y
obligaciones a la par. El gobierno de cualquier nivel está para gobernar; su
papel consiste en aplicar y hacer respetar las reglas. No debe haber
violaciones buenas y malas a las reglas. No existe la represión sino la
aplicación de las reglas cuando estas se violan. Es de un penoso oportunismo,
gran ignorancia y grotesca hipocresía avalar el bloqueo de carreteras; peor todavía
cuando se le intenta equiparar a una especie de lucha social. Hay derecho de
manifestación y derecho de libre tránsito; las libertades no son ni pueden ser
absolutas, tienen como límite el interés general. Un gobierno que se inhibe
ante la ruptura de las reglas se vuelve cómplice del desorden y propicia una
escalada de alteraciones mayores al Estado de Derecho. La violación de las
reglas nos afectan a todos, son hechos arbitrarios y no tienen color e
identidad de preferencia. Cuando se defienden desde la política partidista se
está haciendo vil demagogia.
Para
justificar una alianza político-religiosa, por afanes electoreros o por
auténtica convicción AMLO lanza un planteamiento sumamente peligroso y
alarmante referido a la confección de una Constitución moral. Además habla del
"bienestar del alma". No hay que abundar mucho en que estamos ante un
juego extraño y regresivo. Se refiere a asuntos que no entran en la esfera de
lo legal y lo político, superados hace más de un siglo en nuestro país,
causantes de guerras en varias regiones del mundo y correspondientes a una
visión integrista del mundo. Solo en las dictaduras y regímenes oscurantistas
se habla de las normas morales desde el poder político. Ni de broma se
debe plantear en México.
Recadito:
definitivamente no es lo mismo el confort académico que la dura realidad
municipal; son la reiteración de la condición humana.
Ufa.1959@gmail.com
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