Vivir en el Golfo
A UNOS PASOS DE LA CASA BLANCA
Contra todos los pronósticos, los no tan buenos deseos, la embestida oficial en su contra y a pesar de su propia historia inmoral, el magnate estadunidense Donald Trump llega mañana a la elección presidencial en Estados Unidos, más fortalecido que su contrincante, la ex primera dama Hillary Clinton.
De acuerdo a las principales encuestadoras, ambos contendientes se encuentran en un empate del 50 por ciento con tendencias a que Trump suba, mientras que Hillary se debilite al paso de las horas.
Eso mis queridos amigos, a los mexicanos nos da el mensaje de que el 50 por ciento del electorado norteamericano no nos quiere y podría traer serias repercusiones, porque la principal oferta de Trump no ha sido otra que su lucha por echar de su país a 11 millones de connacionales y construir un muro pagado por las remesas que los indocumentados envían a sus familias acá para México.
Obviamente quisiéramos estar equivocados y decirles que los gringos decidieron votar por el continuismo que representa Hillary, que representa a las pocas familias que ya se enquistaron en el poder y que mantienen inconformes a la mayoría de los estadunidenses.
Por lo pronto las elecciones son mañana y antes de que se vaya usted a dormir, los medios de comunicación le habrán hecho el recuento de puntos por estado, que es la forma en que gana un candidato en esa rara y falsa democracia gabacha.
Desde un principio, en este mismo espacio, le dijimos que aunque pareciera de locos, el discurso incendiario de Donald Trump no es un invento nuevo y a lo largo de la historia se ha repetido con los tiranos, un comportamiento relajado que se espejea con los sentimientos de los ciudadanos, esos que ven en Trump al hombre que dice lo que ellos quisieran decir, pero que no pueden porque nadie los escucha ni les dan voz.
Los ejemplos más claros son el de Benito Mussolini en la dictadura italiana de mediados de siglo, Adolfo Hitler en la Alemania nazi, a finales del siglo pasado con el panista Vicente Fox y sus ridículos excesos, todos ellos pasaron por el encanto hacia ciudadanos hartos y su decisión de dar el poder al más pueril de los candidatos, aunque luego esos mismos electores terminaron sufriendo su error.
Mire usted, cuando un pueblo se encuentra harto, cansado, molesto y además con sed de venganza, no importa el candidato que se le presente, la historia que venga arrastrando, los excesos que haya cometido, simplemente se convierte en la opción para poner a prueba la posibilidad de un cambio, que es lo mismo que está sucediendo con el amasiato que está viviendo Donald Trump con el pueblo norteamericano.
No importa si se refiere despectivamente a un héroe de guerra, si descaradamente dice que evadir impuestos lo hace más listo que los demás, si lo escuchan en audios aceptando que abusa de las mujeres manoseándolas contra su voluntad, o si se atreve a decirle a su adversaria en pleno debate en cadena nacional “qué desagradable mujer”, nada es suficiente, el electorado lo quiere y punto.
El peligro que Trump representa para el mundo y para los mexicanos más, por supuesto, obligó a los Obama a salir de la Casa Blanca a hacer campaña en su contra, motivó a los republicanos a dar marcha atrás y abandonarlo en plena campaña, urgió a cantantes y artistas como Vicente Fernández a meterse de lleno en favor de la Clinton, pero nada ha funcionado.
Esperemos que mañana Hillary Clinton gane la presidencia del imperio más poderoso del planeta, pero lamento decirle que el comportamiento electoral en estas circunstancias casi siempre es el mismo, los electores que no se reflejan en las encuestas finalmente manifiestan su verdadera intención el día de la elección.
Para esa lamentable consecuencia, los ciudadanos mexicanos no estamos preparados.
EL DATO CURIOSO
El verdadero despegue en la campaña de Donald Trump, se dio cuando llegó a México invitado por el presidente Peña Nieto y sostuvo que se construiría un muro fronterizo que nosotros pagaríamos, en esos momentos la Clinton se encontraba arriba por 8 y 10 puntos porcentuales, a partir de ese momento el electorado norteamericano vio que no estaba mintiendo y que era capaz de venir a México y decirle al presidente de los mexicanos lo que haría, a partir de ese momento se metió de lleno en la contienda, la estrategia de los Clinton se deformó e incrédula la candidata vio disminuida su ventaja; aun así, el Presidente Enrique Peña Nieto dijo la semana pasado que lo volvería a invitar. Nos gustaría saber de qué lado está.
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