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viernes, 6 de mayo de 2016

ARTICULISTA INVITADO.RODOLFO HERRERA


Vivir en el Golfo

EL PRIMER CÍRCULO
     Lo peor que le puede suceder a un candidato, es caer en manos de ese grupo de asesores que prácticamente se hacen dueños de su vida y su voluntad, esconden su verdadera identidad y obstaculizan su cercanía con la gente.
     Es ese primer círculo que toma por asalto la estrategia de la campaña, con el argumento de que “saben mucho” y a partir de ese momento hasta los amigos más cercanos desconocen el proceder del candidato, se convierte en común la frase “coño, somos como hermanos, pero me extraña que haga eso”.

PASO NÚMERO UNO, los amigos se desesperan.
     -Chingao, le voy a hacer una llamada a mi amigo porque veo que eso no va bien, alguien le tiene que decir la verdad.
     ¿Si, bueno?
     -Quiero hablar con mi amigo.
     -Está en una reunión-, ¿Quién dice que le llama?
     -Su amigo.
     -Ah, en cuánto se desocupe le paso su recado, que a usted le urge hablar con él-.
     -Gracias-. Pasan los minutos, una hora, dos horas, un día, una semana y la llamada nunca llegó.
     ¿Hablaste con tu amigo?
     No mujer, no contesta las llamadas, su teléfono lo trae otro fulano-.
     ¿Y si lo buscas?
     -Lo voy a intentar.

PASO DOS.- El amigo asiste a una reunión con el candidato, se acerca a saludarlo.
     -Amigo, qué gusto me da saludarte-, dice el candidato rodeado de un grupo de personas que se mueve junto con él.
     -A mí también me da gusto-, contesta el amigo y cuando se decide comentarle, uno de los asesores se acerca –Candidato, la gente te está esperando-.
     -Permíteme un momentito, ahorita que termine seguimos platicando-, dice el candidato y se lo llevan cargando al estrado.
     El evento termina y a la salida se acerca otro y le dice -Candidato, la gente ya está desesperada en el otro evento-.
     Entre empujones y siempre rodeado de los mismos el candidato alcanza a gritar –Yo te marco, me interesa mucho hablar contigo-.
     El amigo se queda parado viendo como un grupo de camionetas de lujo se lleva a su amigo.

PASO TRES.- Doña Panchita fue su maestra y le quiere entregar una carta.
     -Maestra qué gusto me da verla-, exclama el candidato emocionado.
     -Mijo, no te quito tu tiempo pues sé que estás muy ocupado, solo quiero entregarte esta carta-, la maestra extiende la misiva y detrás del candidato sale una mano que casi se la arrebata.
     El candidato de inmediato repone: -Es mi ayudantía, ellos me la hacen llegar-. La Maestra se va con la sensación de que su carta no llegará a las manos del candidato.
     Ya en corto, la “ayudantía comenta” -¡Mira nadamás a esta maestrita, quiere que le remodelen su escuelita de allá de su pueblo, que dizque ahí estudió el candidato de chamaco! Le siguen las risas y el candidato ni se enteró qué quería su mentora.

PASO CUATRO.- Les interesa una reunión con promotores del voto, pero los asesores llegan a afinar los detalles.
     -El candidato va a estar aquí con ustedes pero no se le pueden acercar-, dice el emisario.
     -Me tienen que entregar antes las preguntas que le van a hacer-.
     -No se les vaya a ocurrir salirse del programa-.
     -Solo 3 personas van a tomar la palabra y son estas-.
     -Pero esas ni siquiera viven aquí-, replica el promotor del voto.
     Luego del evento el candidato comenta: “Me pareció un evento muy frío, acartonado, esa gente no es así, qué le habrá pasado”
     Y le contestan: “Candidato no viste, estaban así impactados porque nadie había venido a verlos antes, hay varios comentarios de que se van con todo para que tú ganes, se quedaron muy contentos”.

PASO CINCO.- Convivencia  con la prensa.
     El salón está listo, los periodistas ya están en sus lugares y al frente una mesa larga como de diez sillas.
     Le avisan al candidato que “ahora si puede llegar porque ya se llenó el salón”.
     Llega el candidato y lo reciben con aplausos.
     -¿Cómo, pero si la prensa no aplaude?-, dice el candidato emocionado, pero no ve que entre las mesas hay partidistas llevados por la líder de coloña.
     Ocupa una silla en el centro de la mesa principal y junto a él se sienta el líder magisterial, el líder sindical, el movilizador, la presidenta del partido, dos invitados especiales, el jefe de campaña y atrás dos de ayudantía por cualquier cosa.
     Durante el convivio los de la mesa principal toman la palabra y elogian al candidato, al final por parte de la prensa hablan los dos únicos que han dedicado toda su vida a adularlo.
     Habla el candidato, agradece a la prensa por ese convivio y se retira contento escuchando a otro asesor “la prensa está contigo, se fueron muy contentos porque convivieron con el que va a ganar”.
     El amigo que creció y jugó durante su niñez, con el que fue a la escuela, con el que estudió en la universidad, con el que vivió en la pensión, con el que tomaba café y siempre que venía pasaba a saludarlo, el entrañable amigo con el que planeó llegar hasta donde hoy está, recibe a bocajarro la pregunta de su esposa.
     -Oye ¿Y tú amigo? ¿Nunca se reportó contigo? Ah, solo te utilizó para llegar, no puedes hablar con él porque siempre está pegado un cabrón escuchando, no le puedes presentar un proyecto porque no se lo entregan, ni lo va a leer, no puede hacer nada que no lo autorice un asesor ¡Ese no es tu amigo! ¡Ora qué piensas hacer? ¿Lo vas a buscar otra vez?
     -No-, -Que se vaya a la chingada-.
“LOS TRES ESTADIOS DEL POLÍTICO”
     Cuánta razón tenía el maestro Esaú Valencia Heredia cuando en la etapa juvenil planteaba su teoría, los tres estadios del político. A ver si me acuerdo.
     “El aspirante”, personaje amable, muy amigo, solidario, ameno, atento, siempre dispuesto, se quita la chamarra por dársela a otro, chiulada de bato.
     “El candidato”: Sufre metamorfosis, ya tiene ayudantes, su discurso cambia, se desplaza en camioneta cerrada con chofer, abraza doñas, carga chamacos posando para la “foto del feis”, se le pueden acercar luego de pasar un buen filtro de lambiscones, sigue con frases como “vamos a estar bien”, “si llegamos te la voy a deber a ti”, “primero déjenme llegar y entonces lo vemos”.
     “El político”, por fin, “llegó el amigo”, ya no responde llamadas, el celular lo contesta algún achichincle, el feis es totalmente privado, no recibe in box, ya no escucha a los que “lo ayudaron a llegar”, llegan expertos de quién sabe dónde, detrás de él un secretario particular, en su oficina informan que “está muy ocupado”, “él luego se reporta”, “fue a una diligencia”, ya no manda regalitos en diciembre, ahora solo envía tarjetas “con los atentos saludos”. Mta madreee. “Y yo que lo ayudé a llegar”.
Comentarios a: vivirenelgolfo@gmail.com

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